
Un halo de esperanza y devoción envuelve a Tucupita esta mañana. Con el sol apenas asomándose sobre el horizonte, la población amaneció con un claro propósito: rendir homenaje a la Virgen del Valle.
Desde tempranas horas, las calles se han llenado de un fervor sereno. Los creyentes, caminan con imágenes y ofrendas florales en dirección a las iglesias, donde las campanas resuenan sin cesar. El aire se siente cargado de una quietud especial, una que solo la devoción puede generar.
«Hoy le pedimos a la ‘Vallita’ que interceda por nosotros. Necesitamos que la tranquilidad vuelva a nuestro país, que la armonía y la unión regresen a nuestros hogares», comentó una devota. Su sentir es el de muchos, que ven en la Virgen del Valle no solo una figura religiosa, sino un faro de esperanza en tiempos de incertidumbre.
Las misas y las procesiones marcarán el resto del día, pero el corazón de esta celebración se encuentra en la convicción de que la fe puede mover montañas.
Así, con la esperanza puesta en su protectora, los tucupitenses demuestran que, a pesar de las dificultades, su fe en un futuro mejor para Venezuela se mantiene viva, anclada en la tradición y el amor por su patrona.