
Un portazo silencioso, sin mariachis ni comunicados de prensa, marcó el fin de una era en Ciudad Bolívar este fin de semana.
La emblemática tienda por departamentos Traki bajó sus santamarías de forma definitiva, dejando a la capital bolivarense no solo sin un punto de referencia comercial, sino también con un sabor amargo a incertidumbre y chisme sin confirmar.
Como si de un ghosting corporativo se tratara, el cierre se supo a través del radio pasillo digital y se confirmó a regañadientes por empleados y clientes habituales. La directiva de la cadena Traki, hasta el momento, ha optado por un silencio sepulcral, una movida que no hace más que encender las alarmas y dar pie a todo tipo de especulaciones en la ya agitada economía local.
¿Qué pasó realmente detrás de esas puertas? ¿Se les acabó el stock de razones? El cese de actividades ha generado una ola de reacciones que van desde la pura nostalgia (¿dónde vamos a rebuscar ahora?) hasta la preocupación genuina por el hueco económico que deja este gigante.
Mientras la ciudad se pregunta si fue un adiós temporal o un «hasta nunca» disfrazado, la gran pregunta es: ¿Por qué tanto misterio, Traki? La falta de transparencia solo echa más leña al fuego de la incertidumbre local.