Un equipo de científicos de la Universidad de Cambridge y el University College London ha desarrollado una piel robótica inteligente que imita el tacto humano.
Esta piel de nueva generación puede detectar presión, temperatura y priorizar estímulos, replicando funciones sensoriales propias de los seres vivos.
A diferencia de tecnologías anteriores, toda su superficie actúa como sensor, lo que la hace más eficiente, económica y fácil de fabricar.
Este avance promete transformar sectores como la medicina —mejorando prótesis con sensibilidad realista—, la robótica avanzada y la industria automotriz, al permitir que las máquinas respondan con mayor precisión a su entorno.
La innovación marca un hito en la evolución de la interacción humano-tecnología, acercando el tacto artificial al nivel del humano.

