Durante las últimas ocho semanas, Estados Unidos ha ejecutado una serie de operaciones encubiertas en Venezuela, oficialmente justificadas como parte de una campaña contra el narcotráfico en el Caribe. Sin embargo, informes revelan que también buscan presionar al gobierno venezolano. Se reportan al menos 32 muertos en siete ataques marítimos, sin que se hayan revelado identidades ni pruebas públicas sobre los objetivos.
La participación de buques, drones, bombarderos B‑52 y patrullas intensas sugiere una operación militar de gran escala. Un alto funcionario confirmó que se trata de una ofensiva contra “narcoterroristas”, mientras que se reveló que Trump autorizó acciones encubiertas de la CIA en territorio venezolano.
Legisladores como Rand Paul y Adam Smith han exigido mayor transparencia, cuestionando la legalidad y el control del Congreso sobre estas acciones.
Críticos advierten que la falta de información podría escalar el conflicto regional, mientras familiares de víctimas niegan vínculos con el narcotráfico. La opacidad del operativo ha encendido alarmas tanto dentro como fuera de EE.UU.

